MARKETA Y KAREL. Fragmento de El libro de La Risa y el Olvido
[...Marketa
se puso de mal humor y, como una desgracia provoca siempre otra, en ese momento
sonó el teléfono. Karel levantó el aparato. Su voz era insegura, contestó de
una forma sospechosamente lacónica y ambigua. A Marketa le pareció que elegía
cuidadosamente las palabras para ocultar el sentido de sus frases. Estaba
segura de que concertaba un encuentro con alguna mujer.
—¿Quién era?
—le preguntó.
Karel
respondió que una compañera de trabajo de una ciudad vecina, que vendría la
semana próxima porque tenia algo que tratar con él. A partir de ese momento
Marketa no volvió a hablar.
¿Era tan
celosa?
Hace años en
la primera etapa de su relación amorosa, sin duda lo era. Pero los años pasaron
y lo que siente como celos ya no es probablemente más que costumbre. Digámoslo
de otro modo: toda relación amorosa se basa en una serie de convenios que, sin
escribirlos, los amantes establecen imprudentemente durante las primeras
semanas de amor. Están todavía en un sueño, pero al mismo tiempo, sin saberlo,
redactan como abogados implacables las cláusulas detalladas del contrato.
¡Oh amantes,
sed cautelosos durante esos peligrosos primeros días! ¡Si le lleváis al otro el
desayuno a la cama, os veréis obligados a hacerlo siempre, a menos que queráis
ser acusados de desamor y traición!...]
Milan Kundera.
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