EL NARANJO. Las dos Numancias. Fragmento.





 [...¿A quién le importa lo que piensen de nosotros quienes aún no nacen? ¿Dijeron algo de nosotros los millones que nos presidieron? ¿Crees que ese rumor es el de la fama, la gloria, la guerra?

—Si no lo es— pregunto el joven Escipión—¿Es el rumor de la reencarnación? ¿Podemos regresar a la tierra un día, transformados? ¿Tiene razón Pitágoras cuando afirma que el alma es una divinidad caída, encarcelada en el cuerpo y condenada a repetir sin fin, circularmente, un ciclo de reencarnaciones?
¡Que ambición de los hombres!, se rió Dios en las alturas. Si no tienen gloria ni fama, si no tienen inmortalidad, entonces quieren reencarnar. ¿Por qué no se conforman con vivir en el cielo? ¿Por qué no escuchan la música celestial? Ustedes han perdido la capacidad de escuchar. ¿Creen ustedes que los vastos movimientos de los cielos se efectúan en silencio? El oído se les ha atrofiado a los hombres. Demasiado preocupados por lo que de ellos se dice, han dejado de escuchar el movimiento de los cielos. Mira hacia arriba , Escipión Emiliano: aprende ahora a mirar y oír lejos y fuera de ti para que llegues por fin a ti mismo. Abandona la gloria, la fama y el triunfo militar. Mira hacia arriba. Eres algo más que lo mejor que creíste ser. ERES DIOS. Tienes lo que yo tengo. Vivacidad alerta, sensación y memoria, previsión también, la palabra y el poder divino de gobernar y dirigir tu cuerpo que es tu criado, de la misma manera en que Dios dirige el universo. Domina tu débil cuerpo con la fuerza de tu alma inmortal.

Y él, Cornelio Escipión Emiliano, escuchó entonces la música de las esferas...]


CarlosFuentes





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