LA VIDA FUTURA, Religion Psíquica. Por Arthur Conan Doyle. II Parte




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ABANDONADO POR AHORA.

Este vasto problema -que tan fértil podría ser en discusiones- de las modificaciones que las nuevas revelaciones pueden imponer al cristianismo, intentaré describir la suerte que le espera al hombre después de la muerte. La evidencia sobre este asunto es absoluta. En diferentes países y en épocas distantes han sido recibidos numerosos mensajes del más allá, cuyas particularidades referentes a este mundo han podido ser comprobadas, y no pasa de ser justo suponer, creo yo, que si lo que hemos podido comprobar es cierto, lo que escapa a nuestro control lo es igualmente. Por añadidura, teniendo en cuenta que encontramos una grandísima conformidad entre los mensajes y una menos concordancia en los detalles, que no guardan la menor relación con ningún sistema filosófico preexistente, la suposición de su veracidad resulta muy sólida. Sería absurdo admitir que quince o veinte mensajes de origen diverso que yo he recogido personalmente y todos los cuales son similares serían sin embargo falsos, del mismo modo que sería estúpido suponer que los espíritus dicen la verdad al hablar de nuestro mundo y mientan al hablar del suyo. 

Últimamente recibí en la misma semana dos descripciones de nuestra existencia futura: una por mediación de un pariente cercano de un alto prelado y la otra a través de una mujer de un simple mecánico escocés. Estas dos personas no se conocían en absoluto, pero sus relatos se asemejan hasta el punto de ser prácticamente idénticos.

Los mensajes, de modo general, parecen infinitamente tranquilizadores, ya sea si consideramos nuestro propio destino o el de nuestros amigos. Todos los difuntos están de acuerdo en declarar que el tránsito al otro mundo es fácil y a la vez que indoloro, y va seguido de una profunda reacción de paz y bienestar. El individuo se encuentra en un cuerpo espiritual absolutamente análogo al precedente, salvo que todas sus enfermedades, debilidades, o deformidades lo han abandonado. Este cuerpo espera o flota al lado del antiguo cuerpo y tiene conciencia a la vez de éste y de las personas circundantes. En esos momentos el muerto está más cerca que nunca de la materia, la eso se debe que sea entonces cuando se producen la mayoría de las manifestaciones espiritistas, cuando al dirigir el muerto sus pensamientos hacia una persona alejada el cuerpo espiritual lo sigue y se le aparece a las personas en cuestión. En una serie de 250 casos escrupulosamente consignados por Gurney, 134 de estas apariciones se produjeron en ese mismo instante de disolución, es decir cuando el nuevo cuerpo espiritual, por lo que nosotros sabemos, es lo bastante material para ser más visible que nunca a los ojos de sus amigos.  

Estas apariciones,sin embargo, son muy raras en comparación con el numero total de muertos. Yo explicaría la mayoría de estas abstenciones diciendo que el muerto se halla demasiado ocupado con sus asombrosas experiencias particulares para pensar en los vivos. Pronto observa con gran sorpresa que por muchos esfuerzos que haga por comunicar con los vivos su voz y su tacto celestes son igualmente incapaces de producir alguna impresión en los órganos humanos, que sólo funcionan al unísono de sentidos más groseros. Este es un asunto  que abre un vasto campo a las especulaciones filósoficas, un conocimiento más completo de los rayos luminosos que emanan del espectro o de los sonidos cuya existencia podemos comprobar por las vibraciones de un diafragma (pues son demasiado tenues para el oído de los mortales), no nos aportará conocimientos psíquicos más extensos.

EL DESTINO DEL ESPÍRITU QUE SE VA.

Ahora sabe que en su cuarto hay otros seres que los vivos que lo rodeaban, y entre aquéllos,  que a él le parecen tan sustanciales como éstos, encuentra semblantes familiares; siente los abrazos y los besos de seres queridos a los que había perdido, y en compañía suya, con su ayuda y guiado por estos seres radiantes que lo esperaban vuela sorprendido a pesar de todos los obstáculos materiales, y se lanza hacia su nueva vida.

Esta exposición es muy categórica y ha sido repetida con tal persistencia que reclama su credibilidad. Esta teoría se aparta ya sensiblemente de la antigua teología. El espíritu no es un ángel glorioso o un réprobo: es el mismo individuo con todo lo que contiene de fuerza y debilidad, de sensatez y de locura, exactamente igual que ha conservado su apariencia mortal. Después de una prueba tan prodigiosa, no sería extraño que los más frívolos y los más insensatos se transformen por completo; pero está impresión se extinguirá pronto, el antiguo natural se reafirmará en el nuevo medio y los espíritus frívolos sobrevivirán aún, como pueden atestiguarlo algunos resultados de nuestras sesiones.  Luego, antes de entrar a su nueva vida, el espíritu atraviesa un periodo de inconsciencia cuya extensión varia. A veces tan mínima que a penas existe; otras puede durar semanas o meses. Raymond dijo que el suyo duró seis días; en un caso que me fue revelado personalmente me confirmaron este hecho. Por otra parte, Myers refiere que pasó cierto tiempo de insensibilidad. Yo supongo  que la duración de este lapso debe de ser proporcionada a la turbación o preocupación mental de esta vida: un reposo prolongado será el medio de borrar todo rastro de éstas; un niño pequeño probablemente no tendría ninguna necesidad de hacerlo. Este ultimo argumento es una mera suposición; empero, existe un numero considerable de testimonios respecto a casos en que un periodo de olvido sucedía a la primera impresión del más allá y precedía a la nueva existencia.

Cuando el espíritu se despierta de su sueño se siente débil como el niño que acaba de nacer. No obstante, pronto recobra las fuerzas y la nueva vida comienza.






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