El Homo Sentimentalis.

   El homo sentimentalis no puede ser definido como un hombre que siente (porque todos sentimos), sino como un hombre que ha hecho un valor del sentimiento. A partir del momento en que el sentimiento se convierte en un valor, todo el mundo quiere sentir; y como a todos nos gusta jactarnos de nuestros valores, tenemos tendencia a mostrar nuestros sentimientos.
   La transformación del sentimeinto en valor se produjo en Europa ya a lo largo del siglo XII : los trovadores que cantavan su inmensa pasión por una amada e inalcansable señora les parecían tan admirables y hermosos a quienes los oían que todos querían, a semejanza de ellos, padecer un indomable impulso del corazón.
   Nadie desenmascaró al homo sentimentalis con mayor agudeza que Cervantes. Don Quijote decide amar a cierta moza, de nombre Dulcinea, y ello a pesar de que casi no le conoce (lo cual no nos sorprende, porque ya sabemos que cuando se trata de wahre Liebe,  amor verdadero, el amado importa poquísimo). En  el capitulo veinticinco del primer libro va con Sancho a unas montañas desiertas, en las que quiere enseñarle la grandeza de su pasión. Pero ¿cómo puede demostrarle a otro que arde una llama en su alma? Y¿cómo demostrárselo además a un ser tan ingenuo y obtuso como Sancho? Así es como Don Quijote se desnuda en un sendero del bosque, se queda sólo en camisa, y para mostrarle al sirviente la inmensidad de su sentimiento empieza a dar vueltas de carnero delante de él. Cada vez que se pone cabeza abajo, la camisa se le escurre hasta los hombros y Sancho ve su sexo en movimiento. La visión del pequeño miembro virginal del caballero es tan cómicamente triste, tan desgarradora, que ni siquiera Sancho, que tiene un alma curtida, es capaz de seguir observando aquel teatro, monta en Rocinante y se marcha a la carrera.
   Es parte de la definición de sentimiento el que nazca en nosotros sin la intervención de nuestra voluntad, frecuentemente contra nuestra voluntad. En cuanto queremos sentir (decidimos sentir, tal como Don Quijote decidió amar a Dulcinea) el sentimiento ya no es sentimiento, sino una imitación del sentimiento, su exhibición. A lo cual sule denominarse histeria. por eso el homo sentimentalis ( es decir, el hombre que ha hecho del sentimiento un valor) es en realidad lo mismo que el homo hystericus.
   Lo cual no significa que el hombre que imita un sentimiento no lo sienta. El actor que desempeña el papel del viejo rey Lear siente en el escenario, a la vista de todos los espectadores, la tristeza de un hombre abandonado y traicionado, pero esa tristeza se esfuma en el momento en que termina la función. Por eso el homo sentimentalis, que con sus grandes sentimientos nos avergüenza, acto seguido nos deja pasmados con una inexplicable indiferencia.
 

 

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