El mal de la codicia por William Shakespeare.
Los que mucho codician se muestran tan ansiosos por adquirir, que por lo que no tienen disipan y pierden lo seguro que poseen; y así, por aguardar lo más, alcanzan, al fin, lo menos. O si ganan algo, el fruto del esfuerzo es tan insignificante y tan lleno de inquietudes, que se ven en bancarrota por la pobre riqueza de su ganancia.
El afán de todos tiende a mantener la
existencia con honor, bienestar y dicha, en la edad
del descenso; y para lograr este fin es preciso una
lucha tan fértil en obstáculos, que exponemos un
bien por todos, o todos los bienes por uno, como,
por ejemplo, la vida por el honor en la furia de las
crueles batallas; la honra por la riqueza, y a menudo
esta propia riqueza entraña la muerte de todo,
y todo es perdido a la vez.
Así, exponiéndonos a todo, abandonamos
las cosas que tenemos por las que esperamos,
y esta odiosa fiebre que nos hace ambicionar
mucho, nos atormenta con la mezquindad de lo
que poseemos; de suerte que olvidamos nuestro
bien personal y, por falta de razón, reducimos a
nada algunas cosas por quererlas acrecentar.
de La violación de Lucrecia
William Shakespeare
Pintura de Gustave Doré
La divina Comedia
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