E l Cabello de Dafnis era muy negro y le caía sobre los hombros, y su cuerpo, tostado por el sol, se diría que lo hacia moreno a la sombra de sus cabellos. Al ayudarlo en su baño, Cloe lo miraba con atención y sorpresa, pues nunca se había percatado de su belleza, lo que atribuyó a las virtudes del agua, Al lavarlo sentía su piel tan fina que a hurtadillas acariciaba la suya propia, como para saber cuál de los dos la tenía más suave. Como ya se hacía tarde, llevaron las ovejas al corral y Cloe quedó con ganas de volver a presenciar el baño de Dafnis. Al otro día, de nuevo en la pradera, Dafnis se sentó bajo el roble de costumbre y se puso a tocar la flauta mientras miraba a las cabras que parecían embelesadas con su música. Cloe, sentada a su lado, también contemplaba sus ovejas, pero su mayor interés era mirar a Dfnis tocando la flauta, y mientras más lo miraba lo encontraba más hermoso, pensando que quizá su belleza era el efecto de la música que producía, así que cuan...