Deberías de estar aquí.

Deberías estar aquí,
bajo esta llovizna soleada de arcoiris nítido. 

Deberías estar aquí,
coronando nuestras sienes de este vaho frío Citadino.

Y nuestras miradas perdiéndose en este juego colorido, 
(entre blancos, grises y amarillos;
en que la ciudad entre límpidas transparencias nos acoge y nos sacude)
se hallaran tus ojos azules con los míos.

El viento moverá mi cabello
y tu mirar infinito sacudirá mis latidos.

Deberías estar aquí
con el viento juguetón saliendo y entrando por mi pecho,
tal como el aliento del espíritu enamorado.

Deberías estar aquí
en esta Ciudad gigantesca, 
que entre sus escombros y cementerios, aún Tláloc nos regala los más hermosos cielos.

Toma el vuelo más cercano,
surca el tiempo, has a un lado el espacio,
y con tus ojos de cielo y tu boca de encanto, 
trae los días felices a este País asombroso y lejano,
a esta Ciudad de Dioses y cantos.

Para que luego mis ojos de chocolate y avellano, 
se fundan con los tuyos de menta y arándano. 

Vuela desde el lejano Oeste,
de entre las montañas cubiertas de glaseados mantos,
y aterriza sobre este Valle de asombrosos atardeceres y estrellas fugaces.

Deberías estar aquí.

Daleth R.







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