Corazón Azul
Mi corazón azul es tuyo y del cielo,
de la llovizna otoñal
que brota de los ojos del Silfo Aqus.
Mi corazón es tuyo y del viento,
de la brisa que mece mi cabello e iza el velamen del alma.
Mi corazón azul es tuyo y del Leteo,
de la cortina que separa mi vida de tu muerte vivida .
Anochecer,
desplegar las alas al gorrión herido,
balancear en columpio
mi cuerpo juvenil.
Tan Joven te vi partir.
Pronuncio en vano la sagrada palabra de Venus. Profano su templo...
Es que ella te dio a mi y te robó después.
Yo profano, con espada húmeda e infiel el templo que un día me dio alegría y al final todo el dolor que podía.
Ahora, acaecido el momento,
llegada la noche y los sátiros escondidos de sus juegos Venusos;
yo canto a porfía, el dulce canto de los amantes, sin sentir amor en ello.
Noche y día me castigan las arpías, lo es,
mas mi canto profano no olvido, pues por mi vida, que el amor disfrutado en aquellos días, fue el regalo mas agradecido por los mortales de nuestra parte que por cualquier otro mortal a los dioses.
¡Y fueron ellos mismos, que arrancándote, bello botón floreciente, de la tierra, te llevaron al sepulcral vientre. Dejándome herida eterna y sin cura en este terrible presente.
Mi corazón Azul es tuyo y de la eternidad.
Dalh R.
de la llovizna otoñal
que brota de los ojos del Silfo Aqus.
Mi corazón es tuyo y del viento,
de la brisa que mece mi cabello e iza el velamen del alma.
Mi corazón azul es tuyo y del Leteo,
de la cortina que separa mi vida de tu muerte vivida .
Anochecer,
desplegar las alas al gorrión herido,
balancear en columpio
mi cuerpo juvenil.
Tan Joven te vi partir.
Pronuncio en vano la sagrada palabra de Venus. Profano su templo...
Es que ella te dio a mi y te robó después.
Yo profano, con espada húmeda e infiel el templo que un día me dio alegría y al final todo el dolor que podía.
Ahora, acaecido el momento,
llegada la noche y los sátiros escondidos de sus juegos Venusos;
yo canto a porfía, el dulce canto de los amantes, sin sentir amor en ello.
Noche y día me castigan las arpías, lo es,
mas mi canto profano no olvido, pues por mi vida, que el amor disfrutado en aquellos días, fue el regalo mas agradecido por los mortales de nuestra parte que por cualquier otro mortal a los dioses.
¡Y fueron ellos mismos, que arrancándote, bello botón floreciente, de la tierra, te llevaron al sepulcral vientre. Dejándome herida eterna y sin cura en este terrible presente.
Mi corazón Azul es tuyo y de la eternidad.
Dalh R.
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