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Mostrando entradas de noviembre, 2015

Paraíso Perdido

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''¡Dónde moras tú, dentro de que bosquecillo, belleza, dímelo, dímelo, Amor; dónde el encantador nido edificas, oh gloria de todo campo!... Ven, sobre alas de gozo volaremos hacia la suspendida  sublime cuna mía; y haz tranquilo refujio entre verdes hojas, entre olorosas flores.''                                                 John Milton. https://www.youtube.com/watch?v=hko1TNkgUUE

POEMA VIII

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Se veía verter en un caldero dorado, el amor, que comenzó a arder bajo el fuego feroz que le abrazaba con brasas ígneas. El amor en ebullición se derramó al comenzar a hervir por horas eternas. Así se creó, sin consumirse. ¡Era un arder y derramar eterno! Nuestras manos como acero, se vieron fundidas en un enlace infinito e imperecedero; nuestros ojos al mirarse encontraron el camino de regreso a la colina de la melancolía, bajo cielos de destellos delirantes que nos hacían sonreír.   Fueron nuestras eternas almas, quienes condujeron los efímeros y doloridos cuerpos entre este mundo de jengibre y ajenjo, fueron las almas quienes valieron lo que lograron vivir. Los cuerpos, oh! tan insistentemente corpóreos, nos traicionaron, si que lo han hecho y lo harán todavía. Más nuestras almas siempre reivindicaran la falta de aquello ¡tan perecedero y fútil! El cáliz aún hierve hasta la posteridad, ¡tan lejos, que nuestros sueños no la pueden alcanzar a ver; aunq

El Homo Sentimentalis.

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   El homo sentimentalis no puede ser definido como un hombre que siente (porque todos sentimos), sino como un hombre que ha hecho un valor del sentimiento. A partir del momento en que el sentimiento se convierte en un valor, todo el mundo quiere sentir; y como a todos nos gusta jactarnos de nuestros valores, tenemos tendencia a mostrar nuestros sentimientos.    La transformación del sentimeinto en valor se produjo en Europa ya a lo largo del siglo XII : los trovadores que cantavan su inmensa pasión por una amada e inalcansable señora les parecían tan admirables y hermosos a quienes los oían que todos querían, a semejanza de ellos, padecer un indomable impulso del corazón.    Nadie desenmascaró al  homo sentimentalis con mayor agudeza que Cervantes. Don Quijote decide amar a cierta moza, de nombre Dulcinea, y ello a pesar de que casi no le conoce (lo cual no nos sorprende, porque ya sabemos que cuando se trata de wahre Liebe,   amor verdadero, el amado importa poquísimo). En  el ca

El Amor y la Excitación, la contradicción.

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    "En medio de la noche se despertó y recordó con sorpresa que no había tenido más que sueños eróticos. Sólo recordaba con claridad el último: en una piscina nadaba de espaldas una enorme mujerdesnuda, al menos cinco veces mayor que él, con una barriga toda cubierta de espeso vello, desde la entrepierna hasta el ombligo, la miraba desde la orilla y estaba terriblemente exitado.   ¿Cómo podía estar excitado cuando su cuerpo se hallaba debilitado por un súbito dolor de estómago? ¿Y cómo pudo excitarse mirando a una mujer que, despierto, sólo hubiera podido producirle asco?    Se dijo: en el sistema de la relojería de la cabeza dan vueltas en sentido contrario dos ruedas dentadas. En una de ellas están las visiones, en la otra las reacciones del cuerpo. El diente en el que está la visión de una mujer desnuda toca el diente opuesto, en el que está inscrito el imperativo de la erección. Si por algún descuido las ruedas se desplazan y la rueda de la excitación se pone en contacto co