Colibri. Bitacora





11/Septiembre/2017


Hoy fui a mi entrevista de trabajo con cierta indiferencia, indiferencia que cargo ya hace días...  pero bueno tomé el metro, subí al vagón y milagrosamente había asientos vacíos así que tome asiento para después abrir mi libro... iba a decir que para pasar un buen, entretenido y provechoso trayecto hasta la estación que bajaría pero... pensándolo bien también es que lo hice para evadir el rededor y no percatarme de nada externo a mi, salvo las estaciones que iban pasando para no bajarme en otra que no fuera la correcta; salvo eso, en realidad es que hoy abrí mi libro ya que, sinceramente mientras mis ojos leían mi mente hablaba consigo misma y el libro sólo me servía para poner los ojos en un punto que no fuese nadie, ni nada mas, así transcurrió mi trayecto por metro hasta que por fin llegue a la estación que me llevaría a otro medio de transporte llamado aquí en esta hermosa pero horripilante ciudad: Metro Bus... y aja, es igual que el metro pero de color rojo, con unos ojos mas grandes y anda en las calles ya que no es subterráneo... en fin, por lo regular ir tan lejos en aquellos transportes sola, solía darme miedo, sin embargo mi gran apatía me puso en el camino, segura, practica y sin tardanza... bueno en un momento me equivoque y tome una vía contraria, recapacitando rápido momentos después, tomé el camino correcto ya que los seres dentro de ese enorme estomago del rojo Bus fueron sumamente amables. Tome el camino correcto, y bajé en el valle, tal como me habían dicho... me tomó un par de minutos ubicar el lugar por el numero que me habían proporcionado ya que los números brincaban de un lado a otro cambiando de lugar todo el tiempo, hasta que un lugareño que arreglaba el asfalto me oriento de la forma correcta y me dijo como cambiaban de pocisión, de nones a pares, según el ritmo, así fue como cruce una gran avenida y simplemente apareció ahí ante mi vista, dije ''vaya aquí estuvo todo el tiempo'' así que entre tranquila he indiferentemente al gran portal frente a mi,  la señorita que se encargaba de recibir  a los visitantes tomo mi carta de empleo y me pidió tomar asiento, rara vez me sucede esto pero... la verdad es que toda la gente y las cosas de mi alrededor se volvían borrosas en tanto me acercaba al asiento de espera, pues yo sólo podía ver mi bolso, también de nuevo mi libro, y  junto con el, mis ojos internos que no se percataban de nada mas que mi charla mental. Tras un intervalo de algunos minutos, con mi vista frente al libro, mi visión periférica comenzó a divisar un punto negro que cada ves se hacia más y más grande hasta que de pronto un rayo hizo aparecer a la mujer joven que me entrevistaría para el puesto en aquel recinto, su repentina aparición me saco de mi letargo, se dirigió alegremente hacia a mi... me condujo por un túnel... bueno, no, en realidad creo que no era un túnel sólo que yo nada más podía ver a la mujer joven y escuchar claramente sus preguntas, como por ejemplo ¿Qué significa mi nombre? pregunta muy común en todos lados, como sea, comenzamos la entrevista, trate de embellecer mis palabras con la honestidad en cada gesto. La entrevista despues de las respuestas y las preguntas termino, la mujer joven se despidió amablemente y me conduje a la salida.

Regreso

Comencé mi camino de regreso a casa con la esperanza de esa prueba electrónica que enviarían conmigo a casa para poder seguir con los niveles siguientes para continuar el juego para sobrevivir...

En mi camino vi dos calibréis, llevaban cada una en su pico una carta... parecían formularios, pedí a los dioses que fuese mi prueba mandada por la mujer joven con la que seguiría el juego a la selección para un futuro mejor... les sonreí a tales aves, siempre me han gustado los calibréis... ya que llevan buenas nuevas a todas partes, jamás me han tocado a mi  ninguna de sus cartas, pero al mirar al cielo espere que fueran para mi está vez. Tome el Bus rojo de ojos grandes... esta vez mi regreso seguía siendo indiferente sólo que ahora un poco cabizbajo.

Me adentre bajo la tierra, en aquel túnel oscurisimo que los Señores alumbran con  luces pálidas y frías, espere a que llegara el tren y tomar de nuevo una vagón,  afortunadamente también venia casi vacío y pude tomar asiento, saqué de nuevo el libro para desaparecer mis ojos dentro de mi, sin embargo esta vez me fue casi imposible leer, frente de mi se sentaron unos risckis chillones, no son venenosos pero son molestos, causan sordera y a veces por su contaminación auditiva, pues toda clase de chanzas y verdaderos chistes de una simpleza muy acentuada eran los sortilegios que pregonaban a sus anchas, no pude abrir mi libro y huir, por que ahora no sólo no podía prestar atención al libro, tampoco a mis conversaciones internas, cerré el libro algo molesta pero pronto retome mi muy querida indiferencia, seguidamente los risckis  chillones bajaron y se fueron, su parloteo fue quedando en el olvido de mi ser y una satisfacción me sobrevino como cuando los espasmos de los dolores estomacales se van y por fin puede uno dormir, así se fueron los seres y la próxima estación fue la mía y por fin llegué a mi casa con sus  azules, rosas y naranjas cielos.

Casa

Con un poco de dolor de cabeza y hambre entré a mi hogar, sentándome en mi sofá, me acaeció una terrible tristeza, las paredes enmohecidas se volvieron y mi corazón se oscureció tremendamente... punzadas terribles me han dado estos últimos días y he pensado que nada podrá calmarlo... 

Me senté hasta que las almohadas del sofá terminaron hundiendome y la oscuridad se hizo inminente.

Sobre mi, la ventana se abrió, un trino rompió el silencio y sobre la mesa un mensaje parpadeó...

Dalhy Di. 

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